domingo, 17 de marzo de 2019

PERDIDOS


            
AGUAFUERTE, extraído del libro "CALLES LITERARIAS, miradas marplatenses"

Antología del grupo "Al Margen"


        Entran subiendo escaleras creyendo que arriba está la salvación. Anchos escalones con pasamanos dorados y alfombras estampadas son la antesala de un lujo que no existe.

            Un enjambre sin reina los deja sin rumbo y perdidos al azar. No hay seres, no hay vida. Desaparecen para convertirse en zombis. Sus rostros son todos iguales, no tienen expresión.

            No se puede diferenciar entre el que salvó su vida y el que se hunde un poco más. Porque en realidad nadie se salva, todos lastimosamente van perdiendo, perdiéndose.

            La mayoría llega solo y se va más solo aún. Expresiones que no expresan, tal vez desgastadas con años de una vida de dolor. Los bastones son los únicos que acompañan el andar.

            Las luces enceguecedoras no dejan ver, la mente se anula, la ruleta no para de girar, las máquinas no dejan de andar, la gente no para de jugar, no puede parar.

            ¿Qué pasa cuando pasan los años?, ¿Acaso la desesperanza nos lleva a buscar la esperanza donde no la hay? Tal vez la soledad de la adultez los reúne para sentirse acompañados.

            Las mesas chupan y chupan cientos de fichas, el casino siempre gana la partida, queda con las cajas llenas y la mesa vacía de ilusión. Están todos muy solos.

            Y la desolación es aún mayor cuando se van. ¿A dónde?, ¿les quedará algún lugar donde ir, o habrán perdido todo?, ¿les quedará familia que los reciba o habrán huido tratando de salvarse?

            Las mujeres se pierden en las máquinas, los hombres en las cartas, pero se encuentran en el abismo de su soledad. Se reconocen en la perdida que a todos acompaña por igual.

            Juego, ¿Por qué si es un juego nadie se divierte?, ¿es un juego?, ellos no están jugando y para la mayoría es una pesadilla de la que no pueden despertar.

            Señoras pitucas, encorvadas, septuagenarias y hombres mal vestidos con medio siglo de vida. ¿Acaso ellas se juegan su jubilación? ¿Acaso ellos todavía están intentando resolver su porvenir?

            ¿Están mal vestidos porque se jugaron hasta la ropa o tienen tan poco que se apagaron las luces de su camino y buscan la luz en un lugar en el que no la hay?

            Hay un desalmado con la mente fría y perversa que invento todo esto, y nunca más nadie pudo detenerlo, ¿habrá sido satanás? Triste, todo lo que se ve, muy oscuro y triste.

            No he visto en la vida gente más preocupada que la que habita acá. Afuera no puede haber más dolor que acá adentro. Sufren en el silencio y la soledad de la incomprensión.

            Y los que trabajan allí asumieron ese mismo dolor, tampoco expresan, ¿y acaso sienten?, ¿se puede tener un trabajo así sintiendo? Se hundirían en cada pérdida y en cada dolor.

            ¿Los murales de la entrada acaso presagian el destino?, bailarines casi sin ropa tratando de acomodarse al hecho de haber perdido hasta lo puesto.

            Es gente común, la misma que anda en la calle. No imaginamos que en sus ratos ociosos se escapan de incógnito, o tal vez, en medio del trabajo, con la ilusión de hacerse el día.

            ¿Y cuál es el perfil del jugador?, tal vez no lo haya, es uno más, como vos o como yo, pero que transita fuera de la realidad. ¡Y que nadie me diga que van por diversión!, yo los vi.

            Ahí nadie se divierte. Sus caras están tensas, amargadas, tristes, lo están pasando mal, la mirada hacia el suelo, se mueven lentos y apesadumbrados.

            Juegan en dos máquinas al mismo tiempo, golpean con fuerza como si pudiese salir algo más, y las máquinas se los chupan, y succionan sus billetes, los tragan uno tras otro.

            La energía los aplasta, caminan arrastrando los pies y con la cabeza gacha. El que gana disimula, los que pierden están vencidos, pero nadie se va, no abandonan el lugar.

            Todo el tiempo lo mismo, no pasa nada diferente. Como una pasarela hacia la desventura, la gente transita toda la noche. Parecen hormigas no encontrando su hormiguero.

            Se van como descendiendo al infierno por los mismos peldaños que creyeron que los llevaban al paraíso, con los bolsillos vacíos y la esperanza rota. 
           Con la ilusión intacta, esa que los hará volver una vez más, creyendo que solo ha sido una mala racha, y que la suerte de ahora en más estará de su lado.

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sábado, 16 de marzo de 2019

ABUSO LEGALIZADO Y UNA SANACIÓN





          ¿Cómo saber si estás viviendo abuso y maltrato en tu matrimonio? Poder darse cuenta es el primer paso para cambiarlo.
           Este libro es una búsqueda de sanación y superación personal. Relata una historia de abuso y maltrato dentro del matrimonio
          Nos lleva a reflexionar sobre el rol que se juega en una pareja, porque llegamos a ocuparlo y como salir de ahí hacia un sitio de amor por uno y por el otro.
           Una historia dolorosa pero contundente, y más común de lo que creemos. Vamos a reconocernos en algún momento de la misma.
           Vale la pena leerla, tanto como transitar el camino hacia la sanación. No verás las relaciones de la misma manera después de haber pasado por este libro.


miércoles, 13 de marzo de 2019

UNA ESCAPADA DE FIN DE SEMANA





                Verónica, igual que todos los días, tenía una muy estricta rutina para que su negocio pudiese funcionar correctamente. No dejaba ni un cabo suelto, y había estudiado muy bien el terreno. Mantenía su ocupación en absoluta clandestinidad.

            Se levantaba temprano, preparaba su desayuno, se vestía con ropa deportiva y salía a caminar por la costa, con una colita en el cabello, una gorra con visera y anteojos bien grandes. Luego volvía a su casa, y se conectaba a las redes sociales.

            Entraba a diferentes aplicaciones y elegía muy bien antes de poner un me gusta. No estaba para perder el tiempo. Llevaba ya algunos años en los sitios de citas y conocía muy bien los manejos de los hombres.

            Luego realizaba una intensa clase de gimnasia por YouTube, y se preparaba el almuerzo, nada de hidratos de carbono, necesitaba cuidar su figura. Usaba ropa de marca y perfumes caros.

            Almorzaba una ensalada con algo de proteína, ordenaba su cocina y luego salía para la playa a tomar una hora de sol para lograr estar bien bronceada. Su imagen era fundamental.

            Para sus allegados, se dedicaba a correcciones literarias on line. Por eso pasaba largas horas en su casa frente a la computadora y algunas veces trabajaba hasta entrada la noche.

            Leía mucho y se cultivaba intelectualmente, debería estar preparada para cualquier tema de conversación, sus posibles citas podían ser muy variadas y siempre buscaba un target elevado.

            Son las tres de la tarde y su teléfono emite un sonido. Lo prende y el “fueguito” en la pantalla indicaba un nuevo “match”. Ella está recostada en su cama descansado y rápidamente inicia la conversación.

       Después de la charla, Verónica vio un rato de Netflix, ordenó su casa y fue a encontrarse con sus amigas. Luego volvió a bañarse y a producirse.

            Se encontraron en la esquina como habían acordado. Antes que él pudiese darse cuenta, ella ya se había subido al auto. Se observaron y sonrieron.

            Verónica estaba sensual, con un vestido blanco pegado al cuerpo. Maquillaje suave, un perfume envolvente y su pelo largo y rubio cayendo por sus pechos.

            Él, con una camisa clara, algunas canas y una voz encantadora. El auto limpio y perfumado como si fuese el protagonista del encuentro, y muy buena música.

            —No sos la misma de la foto, pero sos muy linda — le dijo él entre sorprendido y desconcertado.

— Prefiero no exponerme en las redes — contestó ella.

            Verónica le sugirió un lugar tranquilo, y allá fueron, a un bar sobre la costa con luz tenue, desde donde se podía ver el mar. Ella eligió la mesa más escondida, la del rincón.

            Él la miraba encantado, la verdad es que estaba muy bonita y era muy seductora. Sonreía todo el tiempo y tenía una voz muy dulce. Siempre sugerente mirándolo a los ojos.

            Le contó que tenía novio en Junín y le preguntó a él si estaba en pareja. Le respondió que sí, pero como su novia se había ido unos días con sus amigas, el aprovechó para despejarse.

            Después de hora y media de charla, en la que ella decidió que valía la pena avanzar, se fueron al departamento de él. Subieron y en el ascensor, se dieron un beso bien caliente.

            Verónica seguía insinuante, pero marcando distancia. Sacó de su cartera dos botellitas de Champagne que abrió mientras él la miraba embelesado.

            Brindaron, tomaron del pico, se rieron, y se besaron en el sillón, estaba siendo una noche perfecta, y lentamente él se quedó dormido.

            Ella tomó el teléfono, abrió Tinder y eliminó la cuenta. Luego guardó las botellas, se puso sus guantes de látex y dejó todo ordenado.

            Comenzó a revisar el departamento, agarró dinero en efectivo, su teléfono, un reloj, un perfume sin abrir, un par de zapatillas, la computadora y las tarjetas de crédito.

            Se cambió poniéndose una calza y zapatillas y se ató el cabello. Luego le tomó la mano y puso la yema de su dedo índice sobre su teléfono y rápidamente hizo algunas compras on line.

            Lo tapó, tomo la llave de abajo para poder salir del edificio y se fue con su bolso. Caminó hasta su auto, que estaba estratégicamente estacionado cerca.

            De ahí se fue a ver a un conocido, el mismo que siempre le compra las notebooks, los teléfonos y esta vez también un buen par de zapatillas y un perfume importado.

            Volvió a su casa. Le hizo un mimo a su gato que maullaba detrás de la puerta, se sacó la peluca rubia y se metió en la ducha. Preparó un té con limón y se metió en la cama.

            Rápidamente armó una nueva cuenta con otro perfil de Facebook. Dio unos cuantos me gusta y se durmió, para poder al día siguiente continuar con su rutina.

            Él nunca dijo la verdad, solo denunció que en la calle le habían robado su bolso con todas sus cosas. Se subió al auto y se volvió a Buenos Aires.

viernes, 8 de marzo de 2019

LA GRAN FINAL - ITALIA 1990



           
           Domingo 8 de julio de 1990. 13 horas. Final del Mundial de Futbol Italia 90´. Emoción, entusiasmo, alegría y nervios invadían el corazón de los argentinos, y nosotras, éramos argentinas. ¡Habíamos llegado a la final! ¡Íbamos a ganar!

            ¿Qué mejor manera de ver ese ansiado partido, el último del mundial, que con la familia? Ahí iban ellas con mucha algarabía a la casa de su padre, para compartir el gran evento. Y luego, ¡a festejar! ¡Todos a la calle con las banderas!

            Sólo quedaban dos horas para que comience el partido. Pero las transmisiones previas brotaban de la pantalla del televisor, y nadie quería perdérselas. Lorena tenía para ese entonces 18 años y Lucía 22.

            Su papá bajó apurado a abrir la puerta del edificio del barrio de Almagro, donde vivía con su familia, no quería perderse ni un minuto de transmisión. Subieron en el ascensor muy alborotados los tres.

            ¿Vinieron a almorzar? — dijo la esposa, mientras limpiaba un pollo en la pileta de la cocina. Sí — contestaron ellas, algo obvio, era la hora del almuerzo, y es lo que habían arreglado con su papá.

            No hay nada para comer — insistió mientras seguía limpiando el pollo. Este pollo que sabía la que se venía, y un día en la heladera de esa casa, había sido suficiente para escuchar todo los que necesitaba saber.

            Las chicas miraban el pollo, que sin quererlo pasó a ser el centro de la escena. ¿Y la final del mundial? ¿no era mas importante que el pollo? ¿Acaso no se enfrentaban Alemania y Argentina?

            Las personas llevan comida cuando van de visita a una casa — insistía la esposa. No somos visita — contestaron ellas, ya cansadas de aguantarla desde hacía ya diez años. — es la casa de nuestro papá.

            El pollo decidió mantenerse al margen, después de todo se lo iban a comer igual, ¿para que tomar partido?, si, partido, ¿y el partido?, se sentía muy importante, era un simple pollo a punto de ser horneado.

            El partido, ese partido, quedaría en la memoria de todos los vivientes para siempre, él estaba muerto, en una hora lo descuartizarían e iba a dejar de existir dentro de los cuerpos de los miembros de esa familia.

            Ellas transitaron esa hora como pudieron, el ambiente estaba muy tenso. Miraban la televisión, hartas ya, con deseos de no estar en ese lugar. ¿Pero dónde si no? No tenían donde ir, ya estaba por empezar el partido, todos habían hecho ya sus planes y ellas querían estar con su papá.

            Se sentaron a la mesa, a ellas les sirvieron sopa. ¿Y el padre? ¿No decía nada? Ella era una “bruja”, ¿y él?, ¿y el pollo? Este tenía mejor vista que los afortunados espectadores que estaban en Italia viendo la final.

            Comenzó a seccionarse y ya podía ver la situación desde múltiples ángulos, uno más nefasto que el otro. Para ese entonces, julio de 1990, esta bella y armoniosa pareja ya tenía tres hijos, de los cuales uno era bebé y no comía pollo.

            ¡El pollo! El mejor espectador de esta final de mundial, seguía observando la situación y calculando en cuantos platos iba a terminar ese memorable mediodía. El clima estaba tenso, nadie hablaba.

            Y mientras tomaban esa sopa, el pollo fue dividido solo en cuatro. Y ella dijo — no alcanza para todos. Él callado, ¿acaso no eran todos sus hijos?, ¿acaso ella no sabía cuando se casó con él que tenía dos hijas?

            Si sabía, pero nunca le importó e hizo todo lo posible para mantenerlas bien lejos. Era mala, y una bruja, como ellas le decían. Empezó a sonar el himno, el pollo había dejado de ser importante, el partido recuperaba su lugar.

            Son unas mal educadas, tendrían que haber traído el postre — insistió la mujer. Lorena se puso de pie, los demás permanecían sentados. Lo que más me duele de todo esto, es que no seas capaz de decir nada — le dijo a su papá por encima del hombro mientras él seguía callado.

            Él estaba inmutable, como si nada estuviera sucediendo. Sos una mala persona — le dijo a ella. Vos sos un cagón — refiriéndose a su padre. Y vos te levantas que nos vamos — le indicó a Lucía, su hermana mayor.

            Lucía se levantó cómo un resorte sin decir una palabra. Su hermana había tenido el valor y la dignidad que a ella le faltaban. Lorena había podido en ese momento, rescatarlas de ese infierno. ¿Pero a dónde irían?

            Nadie dijo más nada, ni el pollo habló. Se subieron al ascensor para hacer el camino inverso que hace dos horas atrás, ahora estaban descendiendo, como si fuera un presagio de la final del mundial.

            No sabemos que pasó después en esa casa, el pollo no pudo contarlo. Las hermanas caminaron por las calles desoladas bajo el sol del invierno. ¿Acaso alguien podía estar deambulando en el horario del partido en una final del mundial?
            Llegaron a ver el segundo tiempo en la casa de un amigo, donde además les dieron de comer, y justo había pollo. Y ese día perdió Argentina la final del mundial, y ese mismo día, perdieron ellas, una vez más a su papá.

lunes, 4 de marzo de 2019

¿POR QUE NO, NO ES NO?


          No es No. Y no lo aceptabas, no registrabas mi límite, no me respetabas, no me escuchabas. ¿Por qué creías que cuando alguien te dice que no, es sí?, ¿Por qué te sentías con derecho a anularme como persona?

            Insistías e insistías tanto, que, con tal de no aguantarte más, muchas veces yo accedía y ese gran no se convertía en un sí. En algunas ocasiones demostrándote mi fastidio, mi rechazo y mi desinterés y en otras no.

            Eras y seguís siendo muy desagradable y yo me sometía a vos una y otra vez, sin poder correrme, con una inmensa desolación que me invadía, desesperanza y una profunda tristeza.

            Mi dignidad había desaparecido, o tal vez no, porque siempre tuve muy claro que tu maltrato era algo que no quería para mí, y sabía que iba a llegar el día de mi liberación, sin sospechar cómo iba a suceder.

             ¿Y tú dignidad, que aceptabas lo que yo te daba sin importarte que no lo sintiera?, ¿sabiendo que no te amaba, que no te admiraba, que te rechazaba, dándote cuenta que no era feliz a tu lado?

            No es no, pero no siempre dije no. El desgaste emocional era mucho, y de a poco me fui convirtiendo en una persona cada vez triste, apagándome como una vela que va perdiendo su luz, agonizando muy lentamente.

            ¿Por qué tenía que justificarme cada vez que te decía no?, me cuestionabas e increpabas, me obligabas a darte explicaciones y ni siquiera te interesaban mis motivos, solo descalificarme y psico patearme.

            Me enojaba y lloraba de impotencia, no me entendías y yo trataba que comprendieras algo que no hay que comprender, solo aceptar y respetar, porque No es No, en el idioma que sea.

            Y así, con tu atropello, con mi dolor, resistí como resiste un preso esperando el día de su liberación, deseando y fantaseando cada día con que desaparecieras de mi vida, con que te disuelvas y que te esfumes para siempre.



Extraído del Libro "ABUSO LEGALIZADO Y UNA SANACIÓN"
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